"No se trata de dirigir a alguien, sino de dirigirse uno mismo".
Robert Bresson

domingo, 9 de octubre de 2011

CLASE V: 23 de Septiembre de 2011


La organización en el rodaje para evitar arbitrariedades. A la hora de la filmación, el director ya habrá decidido todos y cada uno de los elementos referente a su película. En consecuente, todo aquello que implica llevar a cabo su registro, también, estará resuelto. Para ello, el director utiliza como una de sus herramientas principales, su guión técnico, que estará nutrido de sus encuadres elegidos previamente, su variedad de planos, sus respectivos movimientos y angulaciones de cámara, entre otros. Todos estos elementos permitirán contar “algo” desde una determinada perspectiva que estará marcada con “esa” mirada propia que dejará plasmada la impronta del director.
Cada una de estas herramientas debe estar minuciosamente organizada para aparecer en el momento justo y lugar indicado, logrando evitar arbitrariedades, diluir el conflicto, redundar, desconcertar al espectador, desviar y perder el objetivo principal. Por eso, es fundamental tener completamente definido el “qué” quiero mostrar y el “para qué” lo quiero mostrar. 
Es aquí cuando un director debe sostener su elección, ya sea de un plano fijo por sobre un plano en movimiento, un plano secuencia para trabajar con un tiempo real por sobre un corte y su tiempo abstracto, una cámara cenital por sobre un picado, un primer plano por sobre un plano medio, un seguimiento de un personaje por sobre la salida de cuadro de un personaje con una cámara inmóvil...y así, a medida que va seleccionando, también, va eliminando otras posibles variables. Entonces, según la situación en que se coloque la cámara, distancia o ángulo de mira, la selección del encuadre, puede variar sustancialmente la visión de la realidad para dejar registrada la intencionalidad del director.
Actualmente, los planos fijos y más relegados fueron perdiendo su importancia debido al engolosinamiento de nuevos recursos tecnológicos y estéticos, logrando pocas veces conseguir el objetivo planteado en una primera instancia. Y es aquí cuando cabe destacar que, en el cine, todo movimiento, tanto del personaje como de la cámara, implica una causalidad. Es decir, una razón que acredite que esa cámara deje de estar en un lugar para mostrar otro, siga o abandone al personaje o simplemente, se vaya de una situación a otra, dejando atrás un primer espacio. Para ello, debe existir una cadencia dentro de un campo interno que permita este movimiento y logre la metáfora, anteriormente establecida, que atraviese un espacio influido por un tiempo. A su vez, existen recursos plásticos que intervienen el curso visual y nutren el movimiento sin interrumpir el clima ni el ritmo del film.
Un claro ejemplo de todo lo mencionado anteriormente es la película “Este es el romance…” de Leonardo Favio, donde el director maneja, controla y logra componer el clima deseado con una sucesión de planos fijos que, posteriormente, será interrumpida por el seguimiento de la cámara a un personaje, el cual marca, claramente, que va en busca de su objetivo.






María Luján González Raffino


No hay comentarios:

Publicar un comentario